
La ecología de saberes es una propuesta teórica y práctica que busca superar las limitaciones impuestas por los paradigmas educativos dominantes. Este enfoque, inspirado en las Epistemologías del Sur de Boaventura de Sousa Santos, propone el reconocimiento y el diálogo entre diferentes formas de conocimiento como una herramienta para lograr una educación más inclusiva, crítica y transformadora. En el contexto escolar, este enfoque enfrenta cinco monoculturas que limitan el desarrollo pleno del aprendizaje. A continuación, se explican cada una de estas monoculturas y se propone una estrategia de diálogo que fomente la ecología de saberes en el aula.
1. La monocultura del saber
La monocultura del saber se refiere a la supremacía del conocimiento científico o académico sobre otros tipos de saberes, como los populares, indígenas, comunitarios o espirituales. Este paradigma considera que solo el conocimiento validado por la ciencia es legítimo, descalificando formas de conocimiento alternativas y limitando la diversidad pedagógica.
- Impacto en el aula: Esta monocultura invisibiliza los saberes locales y culturales de los estudiantes, lo que dificulta su participación activa en el aprendizaje. Por ejemplo, los saberes agrícolas o artesanales de ciertas comunidades son ignorados en los currículos tradicionales.
- Propuesta: Diseñar proyectos interdisciplinarios donde los estudiantes investigan y comparten saberes propios de sus comunidades, integrándolos con el currículo formal.
2. La monocultura del tiempo lineal
Este paradigma establece que el tiempo debe ser entendido de manera lineal y uniforme, lo que contradice la visión de muchas culturas que perciben el tiempo de manera cíclica o relacional. En el ámbito escolar, esta monocultura se refleja en cronogramas rígidos que no permiten adaptarse a los ritmos individuales de aprendizaje ni a las dinámicas propias de las comunidades.
- Impacto en el aula: Los tiempos inflexibles pueden generar estrés y exclusión, especialmente en contextos rurales donde las actividades escolares deben convivir con los ciclos naturales o laborales familiares.
- Propuesta: Incorporar actividades que respeten el tiempo cíclico, como proyectos basados en el calendario agrícola o ciclos naturales de las comunidades, promoviendo una conexión más profunda con el entorno.
3. La monocultura de las diferencias
Este concepto alude a la jerarquización y exclusión de identidades culturales, étnicas, de género y sociales. La monocultura de las diferencias considera ciertas identidades como superiores, lo que perpetúa desigualdades y prácticas discriminatorias en las escuelas.
- Impacto en el aula: La falta de reconocimiento de las identidades de estudiantes indígenas, afrodescendientes o de otras minorías genera exclusión y disminuye su sentido de pertenencia.
- Propuesta: Crear espacios de diálogo intercultural en los que las identidades de todos los estudiantes sean valoradas. Esto puede incluir actividades como el intercambio de historias personales o proyectos que celebran la diversidad cultural.
4. La monocultura de la escalada dominante
Este paradigma prioriza lo global y lo macro por encima de lo local, minimizando la relevancia de las problemáticas y experiencias cercanas a los estudiantes. En el ámbito escolar, esto se traduce en currículos diseñados con una perspectiva universalista que no toma en cuenta las realidades locales.
- Impacto en el aula: Los estudiantes pueden sentirse desconectados del contenido educativo cuando este no se relaciona con su entorno inmediato.
- Propuesta: Desarrollar proyectos educativos que combinen problemáticas globales con acciones locales, como abordar el cambio climático desde prácticas sostenibles en la comunidad escolar.
5. La monocultura del positivismo
La monocultura del positivismo prioriza el conocimiento empírico y verificable, desestimando formas de saber basadas en la intuición, la espiritualidad o las emociones. Esta limita la visión la creatividad y la diversidad en los procesos educativos.
- Impacto en el aula: La exclusión de enfoques creativos o narrativos dificulta el desarrollo integral de los estudiantes, reduciendo el aprendizaje a procesos mecánicos y repetitivos.
- Propuesta: Introducir prácticas artísticas y narrativas orales en las actividades escolares, fomentando el pensamiento crítico y la creatividad junto con el aprendizaje científico.
Estrategias de diálogo para fomentar la ecología de saberes en el aula
Para superar estas monoculturas, es esencial construir estrategias que promuevan el diálogo entre saberes. Estas son algunas propuestas:
- Círculos de diálogo: Crear espacios donde los estudiantes, docentes y miembros de la comunidad compartan sus saberes, experiencias y perspectivas, fomentando el respeto y la inclusión.
- Proyectos colaborativos: Diseñar actividades que combinen disciplinas y saberes diversos, como proyectos de investigación que incluyan tanto el conocimiento científico como el saber comunitario.
- Inmersión cultural: Invitar a miembros de comunidades indígenas o rurales a compartir sus conocimientos y prácticas con los estudiantes, enriqueciendo el aprendizaje.
- Pedagogías críticas: Implementar metodologías que cuestionan las estructuras de poder y promueven la reflexión crítica sobre las desigualdades en el sistema educativo.
Conclusión
La ecología de saberes en el territorio escolar ofrece un camino para transformar las prácticas educativas, desafiando las monoculturas que limitan el aprendizaje y promoviendo una educación inclusiva, diversa y conectada con las realidades de los estudiantes. Superar estas barreras requiere un compromiso colectivo para construir un sistema educativo que valore y respete la diversidad de saberes y perspectivas. Solo a través del diálogo y la colaboración será posible avanzar hacia una educación verdaderamente emancipadora.